Por Gianluca Bianco. Gentileza de: centodieci

No siempre es fácil coger las riendas de la propia vida, especialmente si esta ha sido influenciada desde la adolescencia, tampoco es tan fácil sentirnos seguros de haber elegido lo mejor para nosotros, lo que nos hace sentir felices y agradecidos por este día de hoy. Bajo estas premisas, muy a menudo me he preguntado (y lo sigo haciendo aún hoy): ¿Qué quieres verdaderamente?
La diferencia sustancial la hace la palabra “verdaderamente”, porque implica una inmersión en uno mismo, un análisis sincero, libre y sin prejuicios, para encontrar una respuesta satisfactoria.
La pregunta nos arrincona, nos obliga, casi que nos amenaza, y a menudo, las respuestas que damos son una adaptación, una forma de acomodarnos para posponer, por no sentirnos nunca “a la altura” y preparados para cambiar completamente nuestra vida, aunque conozcamos los deseos profundos de nuestro corazón.
¿Cuántas cosas posponemos con la esperanza de que, antes o después, se resolverán por sí solas?
Esto vale no solo para los casos de insatisfacción extrema, sino también para las más pequeñas tareas cotidianas, cuestiones sin resolver que arrastramos durante días, meses, incluso años, posponiéndolas con la esperanza que antes o después se resolverán.
La energía vital no es infinita, es una cantidad precisa y limitada para cada uno, si pudiéramos utilizarla completamente en aquello que nos hace felices y satisface; ¿nuestra existencia no sería mejor? ¿No sería mejor que desperdiciar una parte de esta energía para mantener cuestiones abiertas, alimentando la incertidumbre y el temor?
Luego de variados intentos, he llegado a la conclusión de que la acción más eficaz es aquella de intentar decirme todos los días: este es tu momento!
Estamos habituados a mirar a los demás, a elogiarlos por sus conquistas, mientras que para con nosotros mismos, estamos listos a criticar, esperar, planificar, buscar el momento, el tiempo, el lugar, lo mejor, ideal, apto para hacer; y mientras tanto, en la espera, consumimos nuestra vida.
Quiero decirte, sin medias tintas, que el momento ideal no llegará, no existe el día justo, no será todo perfecto, por esta razón, la mejor ocasión es la que podemos buscar y vivir ahora. “Si no ahora, ¿Cuándo?” Decía Primo Levi.
La mejor ocasión es la que podemos buscar y vivir ahora: “Si no ahora, ¿Cuándo?” (Primo Levi)
Dejemos de lado nuestras convicciones, nuestros miedos, nuestras dudas, nuestras certezas y lancémonos a la vida, con la esperanza cierta de que ella nos dará una mano, y respondiendo sinceramente a la pregunta ¿Qué es lo que verdaderamente quiero? Se mostrará ante nosotros la posibilidad de poder obtenerlo ahora, en este instante, porque estoy preparado, porque he trabajado para llegar aquí, por eso puedo hacerlo ahora, es mi momento, de nadie más, solo mío!
Tú eres el maestro de tu vida, eres capaz de orientar tus velas en la dirección del viento, eres capaz de timonear, de llevarte donde nunca hubieras pensado y de llegar exactamente allí, donde tú sabes; y puedes hacerlo sin correr el riesgo de perder nada, porque la vida no abandona a nadie y, si tú crees, te devolverá más de lo que tú le has dado.
Inténtalo entonces. Tienes un sueño, un deseo, un asunto sin resolver con alguien, con algo, lo tienes claro ante ti…
Ahora respira profundamente, una, dos, tres veces y di: este es mi momento! Y sin dudar más, actúa!
Te sentirás bien, muy bien, siempre más vivo; e incluso fallando podrás mejorar, y dentro de veinte años mirar hacia atrás sabiendo que lo intentaste.
Con certeza te digo: es mejor haberlo intentado y fallado, que no haberlo hecho y sentir el remordimiento.