Vivimos bajo niveles de exigencia elevados. La presión a la que estamos sometidos, con el objetivo de producir, es grande y desgastante. Y en ese empeño por producir olvidamos el factor más importante y determinante para que una verdadera existencia productiva sea posible: Nos olvidamos de nosotros mismos, del ser humano.

El estrés crece sano y fuerte y la ausencia de paz en nuestras vidas es siempre más tangible; corremos agitados hacia un objetivo totalmente desconocido, que ni siquiera sabemos qué fruto aportará a nuestras vidas.

No podremos producir algo mejor de lo que tenemos si no hacemos una pausa y reflexionamos de modo serio; si no colocamos al ser humano en el centro del asunto, como protagonista absoluto de este teatro social cotidiano en el que existimos.

Productividad es, además de números positivos, gozo por la existencia, plenitud, serenidad, paz, cierta alegría de vivir, desapego de las falsas necesidades y un largo etcétera.

Todo cuanto nos rodea parece indicar que ha llegado el momento de sacar del arcón, nuevamente, los Valores Humanos olvidados desde hace tiempo, desempolvarlos y ponerlos nuevamente en funcionamiento.

Nos olvidamos que somos la especie ápice que existe sobre este planeta, capaces de manifestar talentos únicos; muchos y grandes, que podemos resumir con una sola gran palabra: Amor, la madre de todos los Valores. Existen y existieron muchos que lo han encarnado, y representan modelos de orientación para todos nosotros. Volvamos los ojos hacia ellos.

Este paradigma emergente, esta nueva visión, en relación a nosotros mismos como parte integrante de un conjunto mayor, nos obliga a ser artífices de un cambio tan maravilloso como inevitable. Nos invita a sumarnos a él con empeño, con alegría, conscientes del esfuerzo que requiere; transformándonos en agentes de contagio de todos aquellos que nos rodean.

Solo de esta manera lograremos, no solo agradecer y disfrutar el tiempo vital que nos fue otorgado, sino también, transmitirles la mejor referencia y orientación posibles a aquellos que vengan detrás.