Debemos comenzar proponiendo la idea de que un Orador, o sea una persona que expone ante un público (público es también un solo oyente), presenta, durante su “speech”, características similares a las de un actor:

-Está en escena (es el foco de atención)

-Tiene un guion, un texto, unas ideas que transmitir

-Tiene un público que lo observa y al cual dirigirse

-Y, sobre todo, tiene que lograr “Comunicar”

Hecha esta propuesta, podríamos decir que los mayores talentos que podría manifestar un orador, tal vez muy similares a los de un actor, serían los siguientes:

Relajación – Atención – Escucha – Sensibilidad – Disfrute – Relación con su audiencia.

Lo maravilloso de estos talentos, es que no pueden ser fingidos, no se pueden “actuar”; para conseguirlos, hay que ir adquiriéndolos poco a poco, gradualmente, a través de un proceso personal de trabajo, con empeño y entrenamiento. A medida que se van adquiriendo estas capacidades, ellas irán definiendo siempre más a quien las manifiesta, y esa persona irá conquistando paulatinamente su propio estilo personal. Lo que conocemos como “Ser Uno Mism@”.

Esta manifestación única de lo que tú eres, este “Ser Tú Mism@” es lo que realmente hará de ti un ser con capacidad de comunicar; o sea, con capacidad de conectar con los corazones de quienes te escuchan, de quienes te rodean.

Recuerda que, en la comunicación relacional, solo el 8 % del resultado final tiene que ver con el contenido que transmites (el tema de tu exposición, las palabras) el otro 92 % (casi nada!) tiene que ver con las emociones y sensaciones que emanas (Cuan feliz, atento, seguro logras ser en la relación).

“La diferencia” no la hace dominar el tema del que hablas, que obviamente es necesario dominar, sino ser lo que tú eres, y no una imitación de otro, tener tu propia posición, independientemente de que guste o deje de gustar a quienes te rodean.