Si comprendemos la Innovación como capacidad creativa, como capacidad de dar nuevas respuestas a las demandas actuales, de responder de forma útil y adecuada a las necesidades “centrales” que presenta nuestra sociedad contemporánea; comprenderemos claramente que la educación juega un rol único y determinante.

Rápidamente se nos presenta el primer desafío innovador: comprender la educación como un proceso que no se dirige solo hacia los demás sino sobre todo hacia uno mismo, hacia una auto-educación; y que implica el conocimiento que no ofrece la educación oficial, todo aquello que se conoce hoy como Soft Skills.

El segundo desafío conlleva la idea de tiempo: este proceso no deberá ser durante un período determinado, como sucede con la educación académica, sino durante toda la vida, explotando al máximo la gran capacidad que tiene nuestro cerebro: aprender siempre, bajo cualquier circunstancia, de todo lo que nos sucede (long life learning).

Estas dos ideas, auto-conocimiento más long life learning, nos llevan al concepto de educación integral. Una educación donde no solo se tenga en cuenta el saber intelectual, sino que se sumen nuevos saberes, completando los tres necesarios para dicha integralidad:

1-Saber intelectual (adquisición de datos, comparación y organización de ideas)

2-Saber emocional (conocimiento, gestión y orientación de las propias emociones)

3-Saber relacional (empatía, capacidad de trabajo en grupo, capacidad de negociación y cooperación, flexibilidad, tolerancia, escucha activa, comunicación, etc.)

Por último es necesario comprender las ideas de esfuerzo y paciencia para cumplir gradualmente con este proceso de cambio personal que repercutirá poderosamente en lo colectivo.

Solo así lograremos construir un nuevo paradigma, que nos permita llegar a manifestar reales valores humanos y  aplicarlos a la construcción diaria del mundo en el que nos gustaría vivir, seguramente bastante mejor del que tenemos.